El diezmo y las ofrendas
El Señor promete bendecirnos si pagamos fielmente los diezmos y las ofrendas. Él dijo: «Traed todos los diezmos al alfolí, y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto… si no os abriré las ventanas de los cielos y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde” (Malaquías 3:10).
Una revelación de los últimos días habla sobre otra bendición que recibirán quienes paguen el diezmo: «…y en verdad, es un día de sacrificio y de requerir el diezmo de mi pueblo, porque el que es diezmado no será quemado en su venida” (D. y C. 64:23).
Las bendiciones que se nos han prometido son tanto materiales como espirituales. Si damos de buena voluntad, nuestro Padre Celestial proporcionará lo necesario para satisfacer nuestras necesidades diarias de comida, ropa y alojamiento. Dirigiéndose a los Santos de los Últimos Días de Filipinas, el presidente Gordon B. Hinckley dijo que si las personas «aceptan el Evangelio y viven de acuerdo con sus principios, pagan sus diezmos y ofrendas, no importa cuán mínimos sean, el Señor cumplirá con ellos Su antigua promesa y tendrán arroz en sus platos, abrigo en sus espaldas y refugio sobre su cabeza. Yo no veo otra solución. Ellos necesitan un poder mayor que cualquier otro poder terrenal que los levante y ayude” («Las palabras del profeta actual”, Liahona, junio de 1997, pág. 33). El Señor también nos ayudará a progresar «en el conocimiento de Dios, y en testimonio, y en poder para vivir de acuerdo con el Evangelio e inspirar a nuestras familias a hacer lo mismo” (Enseñanzas de los presidentes de la Iglesia: Heber J. Grant, 2003, págs. 131–132).
Quienes pagan el diezmo y las ofrendas son grandemente bendecidos, además de tener un buen sentimiento de que están ayudando a edificar el reino de Dios sobre la tierra.
-
¿Cuáles son algunas bendiciones que usted, los miembros de su familia o sus amigos han recibido por medio del pago del diezmo y de otras ofrendas?