Verificación de la teoría de los gérmenes
Quizás el avance médico general del siglo XIX, sin duda el más espectacular, fue la demostración concluyente de que ciertas enfermedades, así como la infección de heridas quirúrgicas, fueron causadas directamente por organismos vivos diminutos. Este descubrimiento cambió todo el rostro de la patología y provocó una revolución completa en la práctica de la cirugía.
La idea de que la enfermedad fue causada por la entrada en el cuerpo de partículas imperceptibles es antigua. Fue expresado por el enciclopedista romano Marco Terentius Varro ya en el año 100 a. C., por Girolamo Fracastoro en 1546, por Athanasius Kircher y Pierre Borel aproximadamente un siglo después, y por Francesco Redi, quien en 1684 escribió su Osservazioni intorno agli animali viventi che si trovano negli animali viventi («Observaciones sobre animales vivos que se encuentran dentro de otros animales vivos»), en la que buscaba refutar la idea de generación espontánea. Todo debe tener un padre, escribió; solo la vida produce vida. El pionero del siglo en este campo, considerado por algunos como el fundador de la teoría parasitaria de la infección, fue Agostino Bassi de Italia, quien demostró que una enfermedad de los gusanos de seda era causada por un hongo que podía ser destruido por agentes químicos.
El principal mérito por establecer la ciencia de la bacteriología debe atribuirse al químico francés Louis Pasteur. Fue Pasteur quien, mediante una brillante serie de experimentos, demostró que la fermentación del vino y el amargor de la leche son causados por microorganismos vivos. Su trabajo condujo a la pasteurización de la leche y resolvió problemas de la agricultura e industria, así como los de enfermedades animales y humanas. Empleó con éxito las vacunas para prevenir el ántrax en ovejas y ganado, el cólera de pollo en aves de corral y, finalmente, la rabia en humanos y perros. Esto último dio lugar al establecimiento generalizado de institutos Pasteur.
De Pasteur, Joseph Lister derivó los conceptos que le permitieron introducir el principio antiséptico en la cirugía. En 1865, Lister, profesor de cirugía en la Universidad de Glasgow, comenzó a colocar una barrera antiséptica de ácido carbólico entre la herida y la atmósfera que contiene gérmenes. Las infecciones y muertes disminuyeron drásticamente, y su trabajo pionero condujo a técnicas más refinadas de esterilización del entorno quirúrgico.
Individuos como Alexander ya habían logrado avances en obstetricia. Gordon en Aberdeen, Escocia, Oliver Wendell Holmes en Boston e Ignaz Semmelweis en Vienna and Pest (Budapest), quienes abogaron por la desinfección de las manos y la ropa de las parteras y estudiantes de medicina que asistían a los confinamientos. Estas medidas produjeron una marcada reducción de los casos de fiebre puerperal, el flagelo bacteriano de las mujeres después del parto.
Otro pionero en bacteriología fue el médico alemán Robert Koch, quien mostró cómo se pueden cultivar, aislar y examinar las bacterias en el laboratorio. Koch, un investigador meticuloso, descubrió los organismos de la tuberculosis en 1882 y del cólera en 1883. A finales de siglo se habían identificado muchos otros microorganismos productores de enfermedades.