Secuestro del bebé de Lindbergh
El 1 de marzo de 1932, en un crimen que capturó la atención de toda la nación, Charles Lindbergh, Jr., el hijo de 20 meses del héroe de la aviación Charles Lindbergh , es secuestrado en la nueva mansión de la familia en Hopewell, Nueva Jersey. Lindbergh, quien se convirtió en una celebridad internacional cuando realizó el primer vuelo en solitario a través del Océano Atlántico en 1927, y su esposa Anne descubrieron una nota de rescate exigiendo 50.000 dólares en la habitación vacía de su hijo. El secuestrador usó una escalera para subir a la ventana abierta del segundo piso y dejó huellas de barro en la habitación.
Los Lindbergh fueron inundados por ofertas de ayuda y pistas falsas. Incluso Al Capone ofreció su ayuda desde la cárcel. Durante tres días, los investigadores no encontraron nada y no hubo más noticias de los secuestradores. Luego, apareció una nueva carta, esta vez exigiendo $ 70,000.
Los secuestradores finalmente dieron instrucciones para dejar el dinero y, cuando fue entregado, les dijeron a los Lindbergh que su bebé estaba en un bote llamado Nelly en el costa de Massachusetts. Sin embargo, después de una búsqueda exhaustiva, no había ni rastro del bote ni del niño. Poco después, el cuerpo del bebé fue descubierto cerca de la mansión Lindbergh. Lo habían matado la noche del secuestro y lo encontraron a menos de una milla de su casa. Los desconsolados Lindberghs terminaron donando la mansión a organizaciones benéficas y se mudaron.
Parecía que el secuestro no se resolvería hasta septiembre de 1934, cuando apareció una factura marcada del rescate. El encargado de la gasolinera que había aceptado el proyecto de ley anotó el número de matrícula porque sospechaba del conductor. Se remonta a un inmigrante y carpintero alemán, Bruno Hauptmann. Cuando registraron su casa, los detectives encontraron una parte del dinero del rescate de Lindbergh.
Hauptmann afirmó que un amigo le había dado el dinero para que lo guardara y que no tenía ninguna conexión con el crimen. El juicio resultante fue una sensación nacional. El caso de la fiscalía no fue particularmente sólido; la principal prueba, además del dinero, era el testimonio de expertos en caligrafía de que Hauptmann había escrito la nota de rescate. La fiscalía también intentó establecer una conexión entre Hauptmann y el tipo de madera que se utilizó para hacer la escalera.
Aún así, las pruebas y la intensa presión pública fueron suficientes para condenar a Hauptmann y fue electrocutado en 1936. A raíz del crimen, el más notorio de la década de 1930, el secuestro se convirtió en un delito federal.
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