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Resumen

En una encuesta prospectiva se detectaron anticuerpos antimitocondriales positivos en 69/4200 (1,64%) de todos los sueros enviados a un laboratorio de inmunología de rutina. De los 69, solo nueve pacientes tenían cirrosis biliar primaria inequívoca, otros seis tenían hepatitis crónica activa, 10 tenían pruebas de función hepática anormales sin evidencia de cirrosis biliar primaria, mientras que los 44 restantes no tenían evidencia clínica o bioquímica de enfermedad hepática. Fuera del contexto de la enfermedad hepática, se observaron anticuerpos antimitocondriales con una frecuencia similar en pacientes con trastornos autoinmunes que en otras afecciones. No fue posible distinguir la cirrosis biliar primaria de los pacientes sin enfermedad hepática por título de anticuerpos o por subclase de inmunoglobulinas. Los pacientes con anticuerpos antimitocondriales positivos sin enfermedad hepática se distribuyeron uniformemente por toda la ciudad de Sheffield, en contraste con el marcado agrupamiento de casos de cirrosis biliar primaria. Concluimos que, en ausencia de enfermedad hepática clínica, la prueba de anticuerpos antimitocondriales sola (detectada por técnicas inmunofluorescentes de rutina) no parece ser una prueba de detección específica para la cirrosis biliar primaria. Si bien no podemos excluir la posibilidad de que el autoanticuerpo indique una predisposición a desarrollar cirrosis biliar primaria, se necesitan más estudios prospectivos para determinar qué pacientes progresarán de esta manera. No se puede descartar la posibilidad de que los factores ambientales puedan estar implicados.

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