Composición de lágrimas

13.5 Distintos trastornos oculares

Los problemas o enfermedades oculares pueden afectar a varios grupos de edad en algún momento de sus vidas. Las enfermedades oculares más comunes se describen a continuación.

Blefaritis: es una infección causada principalmente por Staphylococcus aureus. La infección se asocia con rosácea, seborrea, ojo seco y anomalías de las glándulas de Meibomio y sus secreciones lipídicas (Nichols et al., 2011). Es una afección inflamatoria de los párpados y es de dos tipos, es decir, blefaritis anterior y posterior, y la causada por un ácaro Demodex, y puede afectar a todos los grupos de edad, géneros y etnias. La blefaritis anterior es principalmente la inflamación alrededor de la piel, los folículos de las pestañas y las pestañas, mientras que la blefaritis posterior es principalmente la inflamación que afecta las glándulas de Meibomio, los orificios de las glándulas de Meibomio, la unión blefaroconjuntival y la placa tarsal.

Conjuntivitis: esta La afección surge cuando el enrojecimiento del ojo está asociado con la irritación del ojo. A menudo se conoce como «conjuntivitis». La inflamación de la conjuntiva (revestimiento delgado y translúcido de la parte anterior de la esclerótica) se conoce como conjuntivitis. Provoca dilatación de los vasos conjuntivales, lo que provoca hiperemia y edema de la conjuntiva, que típicamente se asocia con secreción. Los diferentes factores dan como resultado conjuntivitis, pero los factores más comunes y responsables son la infección bacteriana aguda o alergia (Azari y Barney, 2013).

Queratitis: es una condición en la que el paciente sufre de disminución de la visión, dolor, ojos rojos, y también una córnea turbia y opaca. La queratitis, causada por bacterias Gram-negativas y Gram-positivas, es la condición resultante de la inflamación de la córnea. Los tipos incluyen queratoconjuntivitis (inflamación de la córnea y la conjuntiva) y queratouveítis (inflamación de la córnea y Además de las bacterias, los virus, los hongos, los protozoos y los parásitos también causan queratitis (Klotz et al., 2000).

Tracoma: el tracoma, una queratoconjuntivitis crónica, es el principal causa mundial de ceguera infecciosa. Es causada por la bacteria Chlamydia trachomatis. La infección se desarrolla en la infancia y produce cicatrices en el párpado, lo que provoca la pérdida de la vista en la edad adulta. La enfermedad se caracteriza por el desarrollo de papilas (agrandamiento de pequeños vasos con engrosamiento conjuntival inflamatorio) y folículos (pequeñas elevaciones de color blanco amarillento de las células linfoides subepiteliales). Es la causa más común de ceguera en el norte de África y Oriente Medio (Mohammadpour et al., 2016).

Ojo seco: cualquier cambio en la composición de las lágrimas o disminución en la producción de lágrimas es responsable para el ojo seco. Es una enfermedad contagiosa que se transmite por contacto con los ojos, los párpados y las secreciones de la garganta o la nariz de una persona contaminada. Inicialmente, puede provocar una leve irritación y picazón en los ojos y párpados, y luego puede provocar inflamación de los párpados y producción de pus en los ojos. Esto puede provocar ceguera si no se trata (Colligris et al., 2014).

Cáncer de ojo: los dos tipos de tumores intraoculares según la edad de aparición son el melanoma ocular (en adultos) y el retinoblastoma (en niños). El melanoma ocular es la neoplasia maligna más común que se origina en el ojo en pacientes mayores con una edad promedio de inicio de 55 años. El retinoblastoma es causado por la inactivación del gen RB, que afecta el ciclo celular, lo que conduce a una proliferación celular no regulada. Se considera el tipo más común de malignidad ocular en niños. La forma más común de melanoma ocular es el melanoma uveal y se presenta como un pequeño tumor cerca de las estructuras críticas del ojo (Nair et al., 2008).

Glaucoma: el glaucoma es una enfermedad intraocular común y se considera ser el principal problema clínico oftálmico a nivel mundial. En el glaucoma, la presión intraocular (PIO) cruza el valor de 22 mm Hg. Debido a esta alta presión, el flujo sanguíneo a la retina se ve comprometido y por lo tanto provoca la muerte de los nervios ópticos periféricos (Choi y Kook, 2015). Tales desarrollos, es decir, flujo sanguíneo deficiente y muerte del nervio óptico, resultan en pérdida visual y, en última instancia, ceguera. Otra enfermedad intraocular es el glaucoma normotensivo. En tal condición, aproximadamente el 20% de los pacientes con glaucoma tienen presiones intraoculares cercanas a lo normal, pero la causa de dicha enfermedad puede deberse al espasmo de la irrigación arterial (Hillery et al., 2002).

Trastornos de el ojo, particularmente en el segmento posterior, es complejo de tratar debido a los mecanismos de aclaramiento en la parte frontal del ojo. Es por eso que las concentraciones reducidas del fármaco llegan al fondo del ojo. Las enfermedades perioculares son relativamente fáciles de tratar usando formulaciones tópicas, mientras que las afecciones intraoculares no lo son. Las infecciones intraoculares incluyen, es decir, infecciones en el interior del ojo, incluida la infección del humor acuoso, el iris, el humor vítreo así como la infección de la retina.Estas enfermedades ocurren comúnmente como resultado de una cirugía ocular, un trauma o debido a algunas fuentes endógenas. Estas infecciones siempre conllevan una amenaza de daño ocular y aumentan la posibilidad de propagar dicha infección del ojo al cerebro (Hillery et al., 2002).

Retinitis por citomegalovirus (CMVR): CMVR es un Infección ocular viral retiniana principal responsable de la discapacidad visual que resulta en ceguera entre los pacientes que tienen infecciones por VIH sin restricciones. En pacientes con síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA), es la infección intraocular más común, causada por citomegalovirus (CMV). El CMV es un miembro del grupo de virus del herpes, que se presenta comúnmente en la población general. El diagnóstico de CMVR es clínico e importante en el tratamiento de la enfermedad. El avance y desarrollo de varios medicamentos antirretrovirales ayudan a reducir las posibilidades de CMVR. La terapia antirretroviral altamente activa (TARGA) ha llevado a una disminución en las posibilidades de enfermedad y mortalidad al mejorar los recuentos de células T CD4 + (Bibert et al., 2014).

Retinopatía vítreo proliferativa (PVR): La PVR, la más comúnmente responsable del fracaso en la cirugía de desprendimiento de retina, es una enfermedad severa y cegadora que conduce al desprendimiento de retina por tracción junto con la formación de la membrana fibrosa (Ishikawa et al., 2014). La proliferación y migración de células junto con una división de la retina son las características del PVR. Esto provoca el desarrollo de membranas en la zona perirretiniana y la contracción de las membranas celulares de la retina, produciendo así un desprendimiento de retina. Esto es similar al proceso de curación de heridas, que incluye proliferación, inflamación y modulación de la cicatriz. El proceso puede seguir la cicatrización normal de la herida ocular junto con la reparación y remodelación del tejido. PVR se divide en tres grados, es decir, grado A, B y C. El grado A muestra la presencia de células vítreas. El grado B muestra una contracción subclínica, que se distingue por los bordes irregulares o enrollados de un desgarro o las arrugas de la superficie interna de la retina. El grado C se distingue por la existencia de membranas subretinianas o prerretinianas (Sadaka y Giuliari, 2012).

Retinopatía diabética (RD): la RD es una complicación de la diabetes y es responsable de la ceguera (Nentwich y Ulbig, 2015). Es una complicación microvascular inducida por la diabetes que ocurre en personas de 20 a 64 años. Por lo general, la presencia de TJ evita la fuga de los microvasos retinianos. Pero en la diabetes, la TJ en los vasos sanguíneos de la retina se daña por la acumulación excedente de glucosa. Por lo tanto, estos vasos sanguíneos de la retina tienen fugas, lo que permite el movimiento del líquido intravascular hacia la retina (Nirmal et al., 2016).

Degeneración macular relacionada con la edad (AMD): AMD, una de las principales causas de ceguera en los ancianos, afecta la mácula (área central de la retina). La DMAE se caracteriza por la presencia de drusas blandas y algunas variaciones pigmentarias en el EPR. Estas drusas blandas pueden conducir a dos formas de DMAE avanzada, es decir, atrofia geográfica o neovascularización coroidea. Ambas formas afectan un desarrollo clínico similar de la pérdida de visión. Los diversos factores importantes que demuestran la importancia del desarrollo de la progresión de la AMD incluyen las condiciones genéticas y ambientales. Se ha encontrado que los polimorfismos de un solo nucleótido (SNP) y / o genes múltiples están asociados con la AMD (Shaw et al., 2016).

Endoftalmitis: Es una infección del humor acuoso y / o vítreo, que puede resultar en un fallo de visión irreversible en el ojo afectado. En esta afección, los microorganismos están invadiendo las estructuras internas del ojo, lo que conduce a una respuesta inflamatoria, que puede cubrir todos los tejidos del ojo. Los dos tipos de endoftalmitis son endoftalmitis exógena y endoftalmitis endógena. La endoftalmitis exógena es causada por la ruptura de la pared externa del ojo por traumatismo o intervención quirúrgica. Rara vez es causada por la invasión de microorganismos. La endoftalmitis endógena, que ocurre con menos frecuencia, es causada por la invasión de microorganismos como bacterias (agentes causales más comunes), hongos y parásitos (Meredith y Ulrich, 2012).

Retinitis pigmentosa (RP): La RP es una enfermedad relacionada con los ojos causada por mutaciones que conducen a la pérdida de los fotorreceptores de los bastones. A medida que las varillas mueren, los conos también atraviesan el daño oxidativo progresivo (Dong et al., 2014). La RP es causada por la degeneración progresiva de la retina, que con mayor frecuencia comienza en la región de la periferia media del fondo de ojo, que avanza hacia la fóvea y la mácula. La distrofia bastón-cono es la forma más común de RP caracterizada por ceguera nocturna como primer signo, que conduce a una pérdida progresiva del campo visual periférico (Musarella y MacDonald, 2010).

Para el tratamiento de enfermedades oculares y trastornos se utilizan tres vías principales para administrar fármacos en el ojo, es decir, vía tópica, intraocular y sistémica.La vía más común es la vía tópica para la administración de un medicamento en el ojo donde el medicamento se introduce directamente en la conjuntiva. La administración intraocular de fármacos es más difícil de lograr en comparación con la administración tópica. Las inyecciones intravítreas y los implantes intraoculares son los ejemplos comunes de tal administración. En cuanto a la vía sistémica, incluye la administración de fármacos por vía inyectable o por vía oral. Por ejemplo, la administración oral de inhibidores de la anhidrasa carbónica para el tratamiento del glaucoma, esteroides y antibióticos para enfermedades oculares posteriores implica el nervio óptico, la retina y el tracto uveal. Sin embargo, la vía sistémica se asocia con la notable desventaja de que el fármaco se distribuye a diferentes órganos del cuerpo, mientras que un volumen muy pequeño de tejido en el ojo puede requerir tratamiento (Gokulgandhi et al., 2012).

El tratamiento eficaz y adecuado de las enfermedades oculares son desafíos formidables debido a la presencia de una estructura única del ojo, la naturaleza de las enfermedades y la presencia de varias barreras oculares. Al considerar la naturaleza y el tipo de enfermedad ocular, el diagnóstico y tratamiento adecuados de la enfermedad ocular son importantes.

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