Análisis estructural-funcional

un sistema de análisis de fenómenos y procesos sociales vistos como partes de un todo estructuralmente estratificado, donde cada elemento estructural tiene una función definida o propósito.

La sociología marxista destaca las siguientes formas estructurales de organización social: formación socioeconómica, producción material e intelectual, base y superestructura, relaciones económicas, sociales y políticas, y relaciones socioeconómicas, políticas, culturales y otras instituciones. En este enfoque, el término «función» se utiliza en dos sentidos: (1) el propósito de un elemento del sistema social o el servicio que realiza con respecto a otro elemento o al sistema como un todo (por ejemplo, las funciones del estado, la ley, el arte y la educación), y (2) dependencia dentro de un sistema dado, por lo que el cambio en una de sus partes es el resultado de, es decir, una función de, el cambio en otra parte (por ejemplo, un cambio en la relación entre población urbana y rural en función del contenido del trabajo). En este sentido, la dependencia funcional puede ser considerada un tipo de determinismo. El estudio de ambos tipos de función -relaciones funcionales y dependencia funcional- es uno de los objetos de teorías sociológicas especiales basadas en una síntesis de análisis teórico e investigación empírica.

En la sociología marxista, el análisis estructural-funcional está orgánicamente relacionado con el historicismo, con el determinismo socioeconómico, con el análisis de las contradicciones internas de los fenómenos, y a otros principios analíticos, todos los cuales constituyen la metodología materialista dialéctica para el estudio de los fenómenos sociales.

En la sociología burguesa contemporánea, el enfoque estructural-funcional se basa en una yuxtaposición de funcionalismo e historicismo. Los sociólogos de esta orientación, como T. Parsons, han desarrollado una teoría abstracta de los sistemas sociales que tienen cuatro funciones básicas: adaptación, logro de metas, integración y mantenimiento de patrones sociales latentes. Para estos sociólogos, las estructuras básicas de un sistema social no son estructuras socioeconómicas sino valores y normas. El mecanismo principal para asegurar el funcionamiento normal de un sistema, según esta escuela, es la socialización, un proceso en el que el individuo internaliza las normas y valores que prevalecen en una sociedad, mientras que la conducta desviada se regula mediante el proceso de control social. Tal enfoque ignora la naturaleza contradictoria de la sociedad, así como la diferenciación de clases y la lucha de clases. Los sociólogos burgueses contemporáneos de orientación estructural-funcionalista ponen mayor énfasis en la estabilidad y el equilibrio en la sociedad, exagerando el papel de los valores y las normas como reguladores del comportamiento humano y concentrándose en el estudio de los mecanismos que generan el consenso social. Ideológicamente tales concepciones son apologías directas o indirectas de las relaciones sociales burguesas.

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AG ZDRAVOMYSLOV

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